Primeros síntomas del Alzheimer

Primeros síntomas Alzheimer
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Enfermedad neurodegenerativa

El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que afecta principalmente a personas mayores, aunque también puede presentarse en edades más tempranas. Detectar sus primeros síntomas es clave para un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado, pero esto puede ser complicado, ya que los signos iniciales son a menudo sutiles y pueden confundirse con el envejecimiento normal.

Inicio de la enfermedad

La progresión de la enfermedad es gradual, y los síntomas evidentes suelen aparecer después de los 65 años, aunque en algunos casos de Alzheimer precoz pueden manifestarse antes.

Para identificar los primeros signos del Alzheimer, es importante prestar atención a cambios persistentes en la memoria, el comportamiento y las habilidades cognitivas de la persona afectada. Estos cambios deben ser lo suficientemente notorios como para interferir con su vida diaria.

¿Qué es el Alzheimer?

Primeros síntomas

A continuación, se explorarán los principales signos de advertencia que podrían indicar el inicio de esta enfermedad, ofreciendo orientación para buscar ayuda profesional a tiempo.

Problemas de memoria

Los problemas de memoria son uno de los primeros y más característicos síntomas del Alzheimer. Inicialmente, la enfermedad afecta la memoria reciente, lo que genera dificultades para recordar información o eventos recientes, como lo que se desayunó o conversaciones recientes.

A menudo, las personas con Alzheimer repiten preguntas o afirmaciones sin darse cuenta de que ya lo han hecho. Sin embargo, en las etapas iniciales, la memoria a largo plazo suele mantenerse intacta, permitiéndoles recordar con mayor facilidad eventos del pasado distante.

Con el tiempo, estos problemas de memoria comienzan a interferir con la realización de tareas cotidianas, afectando la independencia de la persona. También pueden generar desorientación espacial y temporal, lo que provoca que la persona se pierda en lugares familiares o pierda la noción del tiempo, dificultando aún más su capacidad para desenvolverse en el día a día.

Dificultades cognitivas

En las etapas iniciales del Alzheimer, se observan dificultades en las funciones ejecutivas, como la planificación, organización y toma de decisiones. La capacidad para razonar de manera lógica y comprender conceptos complejos, como la ironía, también se ve afectada, la resolución de problemas y la adaptación a nuevas situaciones. Además, es común que aparezca desorientación tanto espacial como temporal, haciendo que la persona se pierda en lugares familiares o tenga confusión sobre la fecha y el momento del día.

A medida que la enfermedad avanza, se presentan problemas en el lenguaje y la comunicación, como la dificultad para encontrar las palabras adecuadas (anomia), haciendo que el habla sea más lenta y con pausas frecuentes. La comprensión del lenguaje también se ve afectada en fases más avanzadas. Asimismo, las habilidades visuoespaciales disminuyen, lo que dificulta procesar información visual, calcular distancias y reconocer objetos o entornos.

La atención y concentración también se deterioran, lo que hace a la persona más susceptible a las distracciones, complicando aún más su autonomía. Estas dificultades cognitivas son progresivas y empeoran con el tiempo, impactando significativamente la independencia en la vida diaria.

Cambios en la personalidad y en la conducta

Los cambios en la personalidad y conducta son aspectos clave en el Alzheimer, causados por los daños cerebrales que provoca la enfermedad. Entre estos cambios, se incluyen alteraciones emocionales como irritabilidad, preocupación o enojo sin motivo aparente, así como fluctuaciones de humor y síntomas de depresión. Además, es común que la persona pierda interés en actividades que antes disfrutaba y adopte comportamientos inusuales, como esconder objetos, deambular sin razón o mostrar desinhibición sexual.

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A medida que el Alzheimer avanza, también surgen dificultades cognitivas y sociales, como el aislamiento, la desconfianza hacia familiares y la incapacidad para tomar decisiones adecuadas.

Los síntomas psicológicos pueden incluir delirios, alucinaciones y paranoia, frecuentemente relacionados con la pérdida de memoria. Además, los hábitos y rutinas diarias se ven alterados, con problemas en el sueño, descuido personal y dificultad para realizar tareas cotidianas. Estos cambios pueden variar día a día y se agravan con el tiempo, especialmente si factores como el estrés o la salud interfieren. Comprender estas alteraciones ayuda a los cuidadores a brindar un apoyo más adecuado y compasivo.

Cuándo debes consultar con un médico

Es fundamental consultar con un médico de atención primaria cuando se observen varios de estos síntomas de manera persistente, especialmente si representan un cambio significativo en el comportamiento normal de la persona afectada. El médico podrá evaluar los síntomas a fondo, realizar pruebas iniciales y, en caso necesario, remitir al paciente a un especialista, como un neurólogo, para obtener un diagnóstico más detallado. Detectar la enfermedad en sus primeras etapas es crucial, ya que permite acceder a tratamientos y cuidados específicos que pueden mejorar la calidad de vida y ralentizar el avance de la enfermedad. Un diagnóstico precoz también facilita la planificación adecuada del cuidado y el apoyo familiar.

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